domingo, 13 de febrero de 2011

Filosofía de la economía. Algunos conceptos generales


Francisco Díaz Montilla


0.  Epistemología de la economía: Introducción


La epistemología es una disciplina filosófica cuyo interés fundamental se centra en el conocimiento. La palabra “conocimiento”, sin embargo, es vaga e involucra tanto el conocimiento científico como el conocimiento basado en el sentido común, e incluso el religioso.

Para los propósitos de esta introducción, nos ocuparemos del conocimiento generado desde la economía. Así, trataremos algunas cuestiones definitorias, como por ejemplo, ¿qué es la economía?, ¿qué relación existe entre ética y economía?, ¿qué significa actuar racionalmente en economía?, ¿cómo se podría validar una teoría económica?, ¿cuál es el valor explicativo y predictivo de una teoría económica?, ¿las teorías económicas están comprometidas con supuestos realistas?, entre otros.

Antes de considerar los temas por medios de los cuales se abordarán las interrogantes anteriores, sería bueno iniciar con una definición de lo que vamos a entender por “ciencia”, pues los contenidos que trataremos se relacionan básicamente con la ciencia económica.

“Ciencia” podría ser definida como “una búsqueda sistemática del conocimiento cuya validez no depende de los individuos particulares sino que está abierta para el análisis y el redescubrimiento de cualquier persona”. Es claro, entonces, que lo que llamamos ciencia desborda las opiniones o pareceres personales.

A la luz de la definición anterior, ¿es la economía una ciencia? No hay dudas de que la economía constituye una búsqueda sistemática del conocimiento, y que los tratadistas o investigadores suelen referirse a la disciplina como proporcionando explicaciones y/o teorías que nada tienen que ver con creencias particulares, sino con conocimientos sometidos al escrutinio y crítica públicas.

Pero si la economía es una ciencia, ¿cómo definirla? Esta es una cuestión de la más polémica. Se suele afirmar que la economía es la ciencia encargada del estudio de la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, al menos esta es la definición dominante en los manuales. Otras definiciones concebidas desde una perspectiva más bien hermenéutica suelen referirse a la economía como el estudio de las acciones humanas, sobre todo aquellas que están basadas en ciertas preferencias. “¿Qué es, pues, la economía?”, es una pregunta cuya respuesta de por sí presupone una preconcepción de la misma.

Pero consideremos con más detenimiento la cuestión y consideremos las dificultades que surgen al considerar la disciplina desde una perspectiva histórica.

1. ¿Qué es la economía?

Como decíamos al inicio, el término economía puede definirse bajo distintos parámetros o condiciones. Este hecho sería un indicio de la ausencia de criterios firmes o unívocos que nos permitan definir con cierta claridad el vocablo, ya que se trata de un cuerpo no homogéneo de teorías y posiciones. Así que para una mejor comprensión de la cuestión, hagamos un breve recorrido histórico sobre la disciplina.

Ya en la antigüedad, Aristóteles había hecho referencia a ciertos problemas que posteriormente serán reconocidos como parte de la economía, como lo son los problemas relacionados con la administración del hogar o economía doméstica, en la cual se trataban cuestiones como el manejo del patrimonio familiar, los gastos y los ingresos en el seno del hogar.

Durante la edad media, los pensadores escolásticos se enfocaron en ciertas cuestiones de naturaleza ética en el comportamiento económico y condenaron la usura. Esta aproximación a la economía abrió una cuestión que ha cobrado una particular importancia en la actualidad: la relación entre ética y la economía. ¿Existen actividades económicas no éticas? ¿En qué medida es la economía dependiente de la ética?

Auque en el fondo cuestiones como éstas dejan entrever una manifiesta ambigüedad en el término economía, la cual –por un lado- se refiere a un conjunto de enunciados o teorías sobre ciertas prácticas, y por el otro se refiere a la práctica misma. Pereciera que la relación entre ética y economía es irrelevante desde el primer punto de vista, aunque la situación es diferente en el caso del segundo.

Con el importante crecimiento del comercio y el surgimiento de las naciones modernas, los llamados filósofos mercantilistas (mecantilist philosphers) analizaron problemas relacionados con el balance comercial y la regulación de la moneda. Hubo un reconocimiento significativo de la complejidad de la administración financiera del Estado y de la posibilidad de que las maneras en que el Estado gravaba, influía sobre la producción de riqueza.

Se trata de una situación realmente nueva. Los pensadores empiezan a trazar un discurso causalista en el cual entran diversas variables, como las  actuaciones del Estado y los impuestos que crea. Estas variables se relacionan directamente con otras, la riqueza. Desde ese momento surgen cuestiones que se proyectan hasta nuestros días: ¿debe el Estado intervenir directamente en la economía?, ¿cuán elevados deben ser los impuestos?

El proceso productivo y de generación de riqueza es estudiado cada vez con mayor acuciosidad. Durante la modernidad temprana, quienes reflexionaban sobre las diversas fuentes de la riqueza de las naciones reconocieron que la cosecha anual, la cantidad de bienes manufacturados, la producción minera y pesquera dependían de hechos naturales, la actividad individual, la empresa, las regulaciones estatales y sociales.

Pese a estas concepciones, todavía los pensadores de la economía no hablan de leyes económicas. No es sino hasta el siglo dieciocho que aparece la idea en autores como Cantillon, Hume y Adam Smith de que existen leyes que rigen el complejo conjunto de interacciones que producen y distribuyen los bienes de consumo, así como los recursos y herramientas para producirlos.

Con Stuart Mill aparece la idea de que la economía trata principalmente con las consecuencias de la búsqueda individual del bienestar. Mill toma como un hecho que los individuos actúan racionalmente en busca del bienestar y el confort, aunque debido a que no posee una teoría del consumo, no desarrolla de manera explícita una teoría de la decisión racional económica. Esta teoría se desarrollará a partir de lo que se ha llamado la revolución neoclásica. Jevons, por ejemplo, sostuvo que los agentes hacen elecciones de consumo para optimizar su propia felicidad.  Esto implica que ellos distribuyen sus gastos de manera que un dólar que se paga por un galón de agua o por cualquier otro producto tiene la misma contribución a la felicidad del consumidor. En términos marginales: la utilidad marginal  de un dólar es la misma.

En el siglo XX, los economistas le quitaron a esta teoría general de la racionalidad de su ropaje hedonista. En lugar de suponer que todas las elecciones de consumo pueden ser ordenadas en términos de los grados promovidos en la felicidad del agente, se concentran en el orden mismo. Todo lo que se supone concerniente a las valoraciones es que tales ordenamientos son completos, es decir, para cualquier alternativa X y Y, o bien el agente ordena X sobre Y (prefiere X a Y) o prefiere Y a X, o es indiferente. Además, el ordenamiento del agente es transitivo. Los economistas generalmente se suscriben a la idea de un agente racional como poseyendo preferencias completas y transitivas y como eligiendo la más viable, sea el que sea el bien preferido.

El concepto de racionalidad es, pues, central en economía. En ese sentido, se han hecho intentos para eliminar toda referencia a las preferencias subjetivas o a definir la preferencia en términos de decisiones. Para clarificar este concepto, los economistas han continuado diferenciando la economía de otros campos de la investigación social mediante los contenidos de los motivos o preferencias con los cuales trata. Aunque, por supuesto, no toda preferencia es de interés para el economista. Lo que le interesa particularmente son los fenómenos que derivan no precisamente de la racionalidad, sino de la racionalidad conjuntamente con el deseo de riqueza y el consumo de grandes cantidades de bienes.

Así las cosas, la economía tiene que ver básicamente con la motivación humana. Por ello algunos han considerado que la economía es más bien una parte de la psicología. Lionel Robbins, por ejemplo, escribió en su ensayo An Essay on the Nature and Significance of Economic Science que la economía “es la ciencia que estudia la conducta humana como una relación entre fines y los medios escasos que tienen usos alternativos”. De acuerdo con su concepción de la economía, ésta no tiene que ver con la producción, intercambio, distribución o consumo como tales. Trata más bien con aspectos de toda la acción humana.

1.1  Economía contemporánea y sus múltiples escuelas

Vista históricamente, la economía ha sido entendida de diversas maneras. Ello significa que la palabra “economía” no es unívoca. Por supuesto, esto no es característico de la economía solamente. Si consideramos una disciplina como la química, encontraremos una situación parecida. Es más, en las fases iniciales del desarrollo de la química, ciertamente que ésta poco o nada tiene que ver con la disciplina como es entendida hoy.

Sin embargo, en el caso de la química, a partir de la emergencia o desarrollo de la teoría atómica, la sistematización que entraña la tabla periódica, etc., la disciplina avanzó hacia escenarios teóricos o conceptuales más o menos unificados o unívocos. Esto no sucede con la economía. ¿Qué explica la existencia de tantos enfoques, muchos de ellos contrapuestos totalmente, en economía?

Aunque la disciplina exhibe altos niveles de formalización, pareciera que su objeto se resiste a ser caracterizado unívocamente por los modelos formales. Pareciera, entonces, que las teorías económicas están caracterizadas por interpretaciones diversas, por lógicas no muy cerradas, con lo cual se podrían ubicar dentro de lo que Vattimo ha denominado pensamiento débil.

La economía contemporánea es extremadamente diversa. Existen múltiples escuelas y áreas. La economía ortodoxa o tradicional es altamente teorética, aunque mucho de ella es aplicado, descansa en teorías rudimentarias. Tanto la parte teorética como aplicada pueden ser distinguidas como microeconomía o macroeconomía.

La microeconomía se concentra en las relaciones entre individuos. Estos individuos tienen preferencias completas y transitivas que gobiernan sus decisiones o elecciones. Los consumidores prefieren mayores a menores cantidades de mercancías y tienen una sustitución en la disminución marginal de los costos de manera tal que pagarán menos por unidades de mercancía que obtienen en grandes cantidades a cuando obtienen pocas.

La macroeconomía trata con los agregados económicos, tratando fundamentalmente problemas relacionados con el ciclo comercial y la influencia  de la política monetaria y fiscal.

Otra importante rama o área de la economía es la econometría, relacionada con la estimación empírica, elaboración y pruebas de modelos macroeconómicos y microeconómicos concretos. Entre los microeconomistas, los desacuerdos son más pronunciados que entre los macroeconomistas o los econometristas.

Otras áreas de la economía ortodoxa están relacionadas con asuntos específicos concernientes al crecimiento, financiamiento, empleo, agricultura, recursos naturales, comercio internacional, etc. Hay además, múltiples aproximaciones, tales como la teoría de la agencia (agency theory), la escuela de Chicago (the Chicago school) o la teoría de la decisión pública (public choice theory).

Aunque la economía ortodoxa es dominante y demanda la mayor atención, existen otras importantes escuelas como la escuela austriaca, la escuela institucionalista (institutionalist economists), economía marxiana, socio-economía, economía de la conducta (behavioral economists), post-keynesianos, neo-ricardianos, etc. Cada una de las cuales está comprometida no sólo con ontologías diferentes, sino con supuestos y elementos metodológicos no coincidentes. La economía, pues, no es una empresa homogénea.

2. Problemas metodológicos

Son múltiples los problemas epistemológicos que plantea el discurso económico. Presentaremos a continuación algunos de los más importantes y haremos una breve descripción.

·         Economía positiva y normativa

Los tratadistas suelen hacer una distinción entre lo que es (lo positivo, lo fáctico) y lo que debiera ser (lo normativo, valorativo, axiológico). Hemos señalado en líneas anteriores que los escolásticos abordaron cuestiones económicas desde una perspectiva ética. La usura, por ejemplo, fue cuestionada por ellos.

La interrogante es: ¿está la economía comprometida con valores o es axiológicamente neutral? Para los defensores de la economía positiva, la economía no tiene que tratar cuestiones éticas. La economía debe centrarse en los hechos y sólo en los hechos. Por ejemplo, dado un agente H, un estado de preferencias en las cuales X es preferido a Y, Y es preferido a Z, el economista positivo dirá que si el agente H es racional, en cualquier curso de acción que involucre elegir X, Y o Z, H elegirá X. Si esa acción entraña algún grado de justicia, de injusticia, de solidaridad, etc. es irrelevante.

Por el contrario, los defensores de la economía normativa insisten en que la disciplina juega un rol fundamental a la hora de implementar políticas públicas, políticas de inversión gubernamental, etc. Y que, por lo tanto, no es posible desentenderse de consideraciones axiológicas. Es más, agregan, no se puede defender una economía positiva si no es bajo el supuesto de ciertos valores que el economista positivo considera importantes, como por ejemplo la objetividad y la neutralidad.

Pero sobre todo, desde el punto de vista normativo se insiste en que la economía trata con acciones humanas. Todo acto humano es intencional, teleológico. Esa intencionalidad  o teleología tienen que ser explicadas. Por otro lado, los normativistas insisten en las consecuencias que las actividades económicas tienen en la vida de las personas, por ejemplo el desarrollo de una actividad minera, la explotación económica de un parque natural o de un sitio de interés histórico.

·         Razones vs. Causas

¿Las explicaciones económicas están fundamentadas en razones o en causas?

Aunque esta pregunta parece ser irrelevante, desde el punto de vista teórico es importante responder a ella.

Cuando hablamos del actuar humano, la palabra razón se suele invocar como una noción explicativa. Pero además de explicar, con esta palabra la acción en cuestión queda justificada. Es decir, las razones no sólo son justificativas sino explicativas.

Si entendemos la economía en la perspectiva de Robbins, entonces en el contexto económico, apelar a razones sería más apropiado que apelar a causas.

Sin embargo, desde el punto de vista positivo, la economía es una ciencia de hechos y como tal ha de recurrir a un discurso causal. La pregunta sería, ¿qué es una causa? ¿Qué significa decir que una cosa o evento es causa de otro?

Decir que A causa B equivale a decir que siempre que A ocurra, ocurre B. En ese sentido, decir que siempre que ocurra un estado de inflación habrá una contracción en el consumo equivale a decir que siempre que haya inflación habrá contracción del consumo.

Ahora, ¿es esto cierto? La última afirmación tiene la siguiente forma lógica: para todo estado S, si S es un estado inflacionario, entonces en S se contrae el consumo. Sin embargo, parece que esta enunciado no es cierto para todo estado, y por ello, no se podría hablar sensu stricto de que la inflación sea causa de la contracción del consumo. Sería difícil reivindicar un discurso causal para la economía.

Aunque el economista causalista podría argumentar que el problema con la anterior formulación radica en que la palabra “causa” como ha sido definida implica una suerte de necesidad lógica entre la causa y la consecuencia o efecto. Pero que dada la naturaleza empírica del discurso causal es absurdo hablar de causas bajo parámetros tan estrictos. Además, con el advenimiento de la mecánica estadística en física, la idea tradicional de causalidad ha sido modificada mediante un vínculo probabilístico o estadístico. De esta manera,  en lugar de “A causa B”, habría que decir: “es (altamente) probable que B ocurra, si es el caso de que A ha ocurrido”. El ejemplo anterior se podría reformular como sigue: “Si hay inflación, es (altamente) probable que haya contracción del consumo”. O lo que es mejor aún, podríamos establecer la relación causal entre la inflación y la contracción del consumo en términos de probabilidad condicional, con lo cual la cuestión habría que enfocarla desde la siguiente perspectiva: ¿Cuál es la probabilidad condicional de que exista contracción del consumo si hay inflación? Esto siginfica que las afirmaciones económicas son más bien de naturaleza estadística y no hay que preocuparse por hacer interpretaciones categóricas de ellas.

·         Naturalismo social


El filósofo Richard Rorty en su obra La filosofía y el espejo de la naturaleza sugiere que cada generación adapta sus conocimientos al modelo más exitoso, de manera tal que las humanidades y las ciencias sociales no han hecho sino imitar el modelo de las ciencias experimentales. Ciertamente, en comparación con las ciencias naturales, las llamadas ciencias sociales aparecieron bastante tarde. Cuando éstas aparecieron, ya aquéllas se habían consolidado. Incluso la física se había convertido en la ciencia por antonomasia, en el referente obligatorio al cual el resto de las disciplinas tenía que ceñirse.

Anteriormente hemos señalado que con los trabajos de Collinton, Hume y Smith se introduce la idea de que en la economía hay ciertas regularidades (leyes) que rigen todo el proceso económico.

Nada hay extraordinario en que estos autores piensen de esta manera. Con el advenimiento de la ciencia moderna galileana-newtoniana no tiene sentido abordar las explicaciones de los fenómenos sino es mediante el recurso a ciertas regularidades que pueden ser expresadas rigurosamente mediante el lenguaje matemático.

Las prácticas galileanas-newtonianas fueron asumidas por los fundadores de las llamadas ciencias sociales, aunque pronto se revelaría que los resultados obtenidos en estos contextos no eran equiparables con los obtenidos en el contexto de aquellas.

En el caso de la economía, evidencias del naturalismo sería la presencia de una gama de categorías que tienen un correlato en las ciencias naturales. Además de las leyes o regularidades, los economistas hablan de equilibrio, de fuerzas económicas, de fuerzas productivas, etc.

·         Abstracción, idealización y cláusulas ceteris paribus

Si entendemos el sistema económico a través de la mediación conceptual y teórica de los sistemas físicos, entonces, es posible acotar el sistema de manera tal que sólo se considerará un subconjunto de propiedades de aquél que puedan ser modelados matemáticamente.

La realidad toda está escrita matemáticamente al decir de Galileo, siguiendo a Pitágoras y a Platón;  también lo está la realidad económica. Lo que tiene que hacer el economista es discriminar aquellas propiedades económicas que pueden ser matemáticamente relevantes de las que no y crear modelos matemáticos de ellas.

Un típico ejemplo sería el operador de preferencia tal cual es entendido en la moderna teoría de la decisión racional. Sea P el operador de preferencias, sean a, b, c los objetos de las preferencias (bienes, productos, etc.) obtenemos:

                    i.            P(a, a), para toda a
                  ii.            A((P(a, b)P(b, a)), para toda a, b
                iii.            CK((P(a, b)P(b, c))P(a, c)), para toda a, b
                 iv.            CK(P(a, b)P(b, a))(a = b) para cada a, b

Lo que las condiciones i-iii nos dicen, respectivamente, es que las preferencias son reflexivas, completas y transitivas; la condición iv agrega la propiedad de indiferencia y el agente podría elegir a o b indistintamente. Al final, se obtiene una teoría en la cual los consumidores no necesariamente son humanos, sino que se trata de una teoría que se aplica a todo agente potencial que ordene las diversas opciones  reales o ideales en términos de preferencias. Siendo así, la economía deviene en una especie de estructura abstracta que nada tiene que ver con el mundo real. Es más, el comportamiento económico concreto en cuanto que comportamiento basado en preferencias ha de corresponder a aquel.

Esta relación, por supuesto, no es del todo simétrica, ya que –como sabemos- los agentes económicos concretos no siempre se comportan racionalmente.

En el marco de una estructura abstracta, es posible formular leyes generales de una manera rigurosa. La pregunta que surge es si esa estructura tiene modelos reales, no simplemente lógicos o matemáticos. ¿Qué instancias del mundo económico real son instancias de realización de las leyes económicas?

Los críticos han señalado que en realidad no se puede hablar de leyes económicas sensu stricto. Una ley como la de oferta y demanda no es válida absolutamente, sino que hay que tener presente una gama de condiciones adicionales. Si estas condiciones adicionales no se dan, es decir si no hay cambios en las variables, entonces la ley se cumple. Las leyes económicas son leyes ceteris paribus.

Mediante la condición ceteris paribus se mantienen constantes todas las variables de una situación, menos aquella cuya influencia se desea estudiar. Esto permite simplificar el análisis, ya que en caso contrario sería imposible dilucidar el efecto de cada variable individual. Si se aplica reiteradamente el método, variando ordenadamente cada una de las variables y sólo una variable por vez, es posible llegar a comprender fenómenos muy complejos.

Para ilustrar cómo funciona exactamente esta condición, consideremos un ejemplo  cotidiano: si se activa el interruptor, entonces la lámpara encenderá. Es lógicamente posible que la lámpara no encienda dado que el bombillo está quemado. El enunciado, entonces, tiene que entenderse ceteris paribus, es decir que deben cumplirse los requisitos necesarios. Para nuestro ejemplo es fundamental asumir que el bombillo no está quemado, que el interruptor funciona, etc.

En lo que a la ley de la oferta y la demanda respecta, la condición ceteris paribus exigiría que el mercado fuese libre, que no haya interferencias, que los consumidores elijan libremente y actúan racionalmente, etc.

·         Causación en economía y econometría


Para Samuelson, Koopmans y Stone, la econometría es “el análisis cuantitativo de fenómenos económicos actuales, basado en el desarrollo congruente de teoría y observaciones, y relacionado por métodos apropiados de inferencia”. Su principal objetivo es de acuerdo con Klein “dar contenido empírico al razonamiento a priori de la economía.”

Dada la anterior, se podría decir que un modelo econométrico es una interpretación de modelos abstractos, es decir matemáticos. Esa interpretación tiene contenido empírico. Así las cosas, el discurso econométrico recuerde a parámetros o elementos causales. Como se ha dicho, muchas de las generalizaciones en economía son afirmaciones de tipo causal. Por ejemplo, la ley de la demanda afirma que un incremento del precio disminuirá (ceteris paribus) la cantidad de demanda.

Obviamente, hablar de causación en economía entraña múltiples dificultades. Y el hecho de que las generalizaciones de la economía sean razonablemente verdaderas a partir de la condición ceteris paribus implica que estamos en un ámbito del discurso cuyos enunciados tienen sentido bajo el supuesto de ciertas condiciones ideales.

·         Estructura y estrategias en economía

Con el desarrollo de propuestas como la de Kuhn, Lakatos y otros, los economistas han recurrido a tales modelos con la intención de arrojar luces sobre la estructura de las teorías económicas, su capacidad predictiva, su capacidad explicativa y la posibilidad de falsarlas.

3. Inexactitud, cláusulas ceteris paribus y supuestos no realistas

¿Cuán bien fundamentadas están las teorías económicas? Muchas de las afirmaciones económicas son altamente cuestionables y polémicas. Por ejemplo, el siguiente enunciado “los agentes prefieren grandes cantidades de bienes a pequeñas cantidades”. Si interpretamos este enunciado literalmente, entonces habría que admitir que es un enunciado falso. Y la pregunta entonces sería: ¿es posible una ciencia que descanse en supuestos falsos?

Este tema ha sido tratado no pocas veces en la historia del pensamiento económico. Stuart Mill abordó el problema en los siguientes términos. Para empezar, distingue dos tipos de método inductivo. El método a posteriori es un método de experiencia directa. En su opinión este método es adecuado cuando existen pocos factores causales o en los casos en los que el control experimental es posible.

Mill sostiene que el método de inducción directa no puede ser usado para el estudio de fenómenos en los que intervienen factores causales múltiples. En estos casos se necesita emplear el método a priori, el cual es un método inductivo indirecto. En este caso, uno primero tiene que determinar las leyes que gobiernan los factores causales individuales. Habiendo determinado tales leyes, entonces se investigan sus consecuencias desde el punto de vista deductivo. Finalmente se recurre a la verificación de tales consecuencias. La prueba de las conclusiones solo sirve para evaluar las deducciones como un indicador de si existen distorsionadores causales significativos que no fueron considerados.

Aunque Mill no usa de manera frecuente el lenguaje ceteris paribus, su punto de vista de que los principios o “leyes” de la economía ocurren en ausencias de interferencias o distorsiones proporciona una explicación de cómo los principios de la economía pueden ser verdaderos ceteris paribus.

Debido a que las teorías económicas sólo incluyen las causas más importantes y necesariamente ignoran las causas menores, sus afirmaciones son inexactas. Sus predicciones serán imprecisas, y en ocasiones lejos de que ocurran.

El mismo problema fue abordado por Friendman en su ensayo The Methodology of Positive Economics. Friendman empieza su ensayo distinguiendo entre economía positiva y economía normativa. Conjetura –además- que las disputan concerniente a la política son realmente disputas típicas sobre las consecuencias de alternativas y que éstas son capaces de ser resueltas progresivamente en la economía positiva. Para él, el fin último de toda ciencia positiva es la predicción correcta de fenómenos no observados.

En vista de que es imposible realizar experimentos y dado que los fenómenos no controlados que los economistas observan son difíciles de interpretar, es difícil juzgar si una teoría particular es una buena base para predecir o no. Consecuentemente, Friedman argumenta que los economistas han supuesto que ellos debieran probar teorías debido al realismo de sus supuestos en lugar de la precisión de sus predicciones. Esto es según él un error. Las teorías pueden tener un gran valor predictivo incluso en los casos en que sus supuestos sean no realistas. Los supuestos realistas de una teoría son  irrelevantes para su valor predictivo.

4. Enfoques contemporáneos en metodología de la economía

Los enfoques metodológicos en economía son múltiples. Nos referiremos brevemente a los siguientes:

·         Enfoque popperiano

La propuesta popperiana se conoce como falsacionismo. De acuerdo con esta propuesta, las teorías científicas no pueden ser verificadas. En ese sentido, la posición de Popper es una crítica a la concepción positivista que había hecho del principio de verificación el criterio para determinar cuándo una teoría habría de considerarse científica. Una teoría es científica de acuerdo con este principio si es verificable en algún sentido.

De acuerdo con Popper, una teoría científica no puede ser verificada de este modo, ya que los casos afirmativos que validarían una determinada teoría son siempre insuficientes. Una teoría no es verificada por sus instancias positivas, aunque sí es falsada por los casos negativos. La cientificidad de una teoría radica, por ello, en la falsación.

Resumiendo, se podría exponer el enfoque popperiano como sigue: (i) Los científicos debieran formular teorías que sean lógicamente falsificables, (ii) Los científicos debieran exponer teorías a pruebas severas y estar dispuestos a rechazaras en el caso de que tales teorías fallasen las pruebas, (iii) Los científicos deben tratar las teorías como conjeturas.

En el ámbito de la economía, es difícil la satisfacción de estas condiciones. En primer lugar, porque las teorías económicas son raramente falsables desde el punto de vista lógico. En segundo lugar, cuando fallan las pruebas, no son desechas. En tercer lugar, aquellas teorías que no han sido del todo probadas se toman como guías de políticas bien fundadas, y no como simple conjeturas. Bajo las condiciones anteriores, pareciera que la cientificidad de la economía es cuestionable, y se trata de algo más afín a lo ideológico.

 Por supuesto, el enfoque popperiano ha sido cuestionado.

Imre Lakatos argumenta que las pruebas son siempre comparativas. Cuando una teoría enfrenta ciertos problemas, uno trata de modificarlas. Las modificaciones científicamente aceptables han de tener algunas implicaciones adicionales sujetas a pruebas y no puramente ad hoc. Si las nuevas predicciones son confirmadas, entonce la modificación es empíricamente progresiva y uno tiene razones para rechazar la teoría no modificada. Las teorías además deben verse en función de los programas de investigación que generan. En el caso de la economía, las teorías económicas han generado importantes programas de investigación.

Igualmente crítica es la posición de Kuhn. Para este autor, la ciencia no se desarrolla de manera lineal. El desarrollo de la ciencia está relacionado con condiciones históricas y sociales específicas las cuales desencadenan nuevas propuestas de investigación. Cuando ello sucede, estamos ante la emergencia de un nuevo paradigma. Un paradigma en la propuesta de Kuhn es una matriz disciplinar la cual es compartida por los especialistas y a partir de la cual éstos se plantean problemas y las soluciones a tales problemas. Cuando un paradigma se afianza, es exitoso con respecto a los problemas que aborda, se habla de ciencia normal. La ciencia normal no es definitiva. Es normal en tanto no enfrente a anomalías, es decir, problemas que no puede resolver. Normalmente las respuestas a anomalías suelen implicar una ruptura de paradigma. En ese contexto de ruptura, se habla de ciencia revolucionaria debido a que las categorías y supuestos explicativos nada tienen que ver con los del paradigma hasta entonces vigentes. En otras palabras, todo nuevo paradigma implica una nueva concepción tanto en el objeto de estudio como en los supuestos metodológicos. Piénsese por ejemplo en los cambios que la  teoría heliocéntrica supuso con respecto a la geocéntrica, o los cambios que la ciencia galileana supuso con respecto a la aristotélica-ptolemaica.

Ahora bien, ¿se puede hablar con propiedad de paradigmas en economía? Al considerar a las ciencias sociales en general, Roberto Follari responde a esta pregunta de manera negativa. Este autor puntualiza que en ciencias sociales abunda una multiplicidad de enfoques (funcionalistas, estructuralistas, sistémicos, etc.), pero que no existen acuerdos universales con respecto a la matriz disciplinar incluso dentro de ellos. Si eso es característico de las ciencias sociales, obviamente que la economía se encuentra en idéntica situación (economía marxiana, neoclásica, socioeconomía, etc.).

Como vimos en líneas anteriores, en economía hay una pluralidad de escuelas que defienden ideas contrapuestas. Pero además, incluso quienes de ubican en una misma escuela suelen expresar diferentes ideas o interpretaciones con respecto a condiciones idénticas.

·         Realismo en economía

En sentido muy general, la tesis realista afirma que existe una realidad objetiva que desborda nuestra capacidad de conocimiento, y en ese sentido no depende de dicha capacidad. Esta realidad obedece a leyes objetivas, a regularidades. Parte de la tarea científica es dar cuenta de esas regularidades.

De acuerdo con esta postura, el conocimiento (científico) no depende de los gustos o intereses de los investigadores. Dado que se trata de un conocimiento objetivo, se entiende como un conocimiento público y sujeto a la potencial crítica de cualquier individuo competente.

Esta idea de la existencia de una realidad objetiva ha sido asumida por la ciencia económica. La realidad que describe la economía es objetiva, desborda las condiciones o situaciones subjetivas. De hecho, se trata de una objetividad en la cual el propio sujeto se encuentra inmerso. De esta manera, fenómenos como la inflación, la devaluación de la moneda o la caída de las acciones son fenómenos objetivos cuya determinación nada tiene que ver con que los economistas o los individuos así lo crean.

Por supuesto, el concepto ‘”realidad” es sumamente problemático. Hablar de realidad objetiva en términos absolutos plantea la interrogante del sentido de la realidad no vivida o no experimentada.

El filósofo irlandés George Berkely señalaba que todo lo que el individuo posee  son percepciones: ser es ser percibido. El concepto de realidad remite, pues, a un conjunto complejo de percepciones. Pero justamente, podemos hablar de realidad en la medida en que tengamos percepciones de ella. Una realidad de la cual no tengo percepciones es un absurdo para él. La realidad en cuanto que algo que acaece tiene sentido en la medida en que es experiencia para nosotros. Desde ese punto de vista, la realidad económica tiene sentido en la medida en que existen agentes económicos (seres humanos). Sin estos agentes, el concepto de realidad económica deviene en una especie de ficción.

·         Retórica de la economía

Desde este punto de vista, no tiene sentido la pretensión de establecer las condiciones de cientificidad de la economía a partir de condiciones externas a la disciplina. Lo que sea la economía, buena o mala, es aquello que los economistas aceptan como tal. La idea es que los economistas comparten una red conceptual y de aspectos metodológicos e instrumentales para llevar a cabo lo que hacen. El filósofo Wittgenstein utilizaba la palabra juego para describir interactuaciones de ese tipo. En otras palabras, para tener una idea de qué es la economía hay que participar en el juego al cual juegan los economistas. Es esta participación la que nos permite comprender la naturaleza de las teorías económicas y el valor de las mismas.

·         Enfoques recientes

Los enfoques más recientes en materia epistemológica insisten en la dimensión social de la actividad científica, así como en las condiciones históricas y culturales que las sustentan.

Teniendo en cuenta estos parámetros se ha empezado a cuestionar la supuesta universalidad del discurso económico, así como su supuesta racionalidad.

En cuanto a la universalidad se ha señalado que las verdades de la economía lo son en tanto los aspectos a los cuales la teoría se refiere, se den efectivamente. Desde este punto de vista, la teoría de los precios, tan importante para los modelos económicoa, podría no tener ninguna aplicabilidad en algunas sociedades “primitivas”.

Otro aspecto importante a considerar aquí es la visión de la economía desde la perspectiva de género. Desde esta perspectiva lo que llamamos realidad económica, leyes económicas, teoría económicas no puede desentenderse de los intereses de quienes la caracterizan o formulan. La economía ha sido históricamente expresión de la mente del macho. De manera tal que el conocimiento que ofrece la economía es expresión de valores e intereses que se ajustan a la lógica del varón, pero tal conocimiento no sería coincidente con el que podrían tener las mujeres.

La economía de hoy es competitiva, predica la eficiencia, la utilidad, etc. Estos son valores del macho. La hembra, la mujer, actúa guiada por otros interese, más altruistas tal vez. Pero no sólo ello, sino que la propia aproximación al consumo, al ahorro, al endeudamiento, etc. tienen connotaciones distintas para la mujer. Desde esta perspectiva, no tiene sentido caracterizar el comportamiento de la mujer bajo los parámetros de la racionalidad de la teoría de la decisión racional pues es claro que la definición de una estructura preferencial con las características formales de compleción, transitividad y antisimetría en el caso de las preferencias y reflexividad, simetría y transitividad en el caso de la indiferencia corresponde a la lógica del varón.

Para terminar este apartado es pertinente mencionar que la visión del comportamiento económico de las personas está cambiando notablemente a la luz de los resultados obtenidos en neuroeconomía. De acuerdo con ciertas evidencias, el ser humano no actúa ni racional ni eficientemente cuando se trata de dinero. Sus decisiones financieras no se basan en la razón, sino que en ellas suelen entrar en juego elementos más incontrolables como son los sentimientos o las intuiciones.

Estas formas de comportamientos son absolutamente impredecibles y, hasta el momento, no se habían tenido en cuenta a la hora de analizar los procesos económicos. Últimamente, sin embargo, algunos neurocientíficos están centrando sus investigaciones precisamente en esos sentimientos o intuiciones.

La neuroeconomía estudia el cerebro humano mientras toma decisiones de carácter económico y, basándose en las fluctuaciones de las neuronas expresa sus descubrimientos en ecuaciones susceptibles de ser usadas por los economistas.

Esta nueva disciplina debería proporcionar una teoría al respecto de cómo la gente actúa ante situaciones económicas.

Los economistas suelen basar sus teorías en versiones idealizadas del comportamiento humano. El cerebro humano, sin embargo, es una especia de caja negra en la que estarían algunas de las claves de cómo funciona la economía para las personas.

Para explorar la toma de decisiones económicas, los investigadores estudian los cerebros de la gente mientras éstos juegan a varios ejercicios. Estos ejercicios se centran en la confianza o el riesgo.

Los investigadores, en lugar de observar el comportamiento del sujeto, usan tecnologías de la imagen (resonancia magnética) para ver qué zonas del cerebro están activas durante esos experimentos.

Uno de los juegos es el del ultimátum y ha sido estudiado por Jonathan Cohen, profesor de neurociencia cognitiva en la universidad de Princeton. El Dr. Cohen y su equipo tomaban imágenes del cerebro de la gente que lo jugaba. El juego consiste en lo siguiente: el jugador A tiene 10 dólares y puede ofrecer la cantidad que quiera al jugador B. Si el jugador B acepta el ofrecimiento, el dinero se reparte, pero si no es así ninguno de los dos jugadores obtendrá nada.

La mayoría de los jugadores que encarnaba el papel B rechazaban ofertas de dos y tres dólares, prefiriendo penalizar al jugador A antes que sentirse engañado. De acuerdo con Cohen, esa conducta contradice la lógica económica de acuerdo con la cual es mejor quedarse con algo a perderlo todo.

Las imágenes  del cerebro mostraban que, cuando los jugadores aceptaban, un circuito situado en la parte frontal de su cerebro, que soporta el pensamiento deliberativo, se ponía en funcionamiento.

Sin embargo, cuando rechazaban la oferta, la ínsula –que vigila los estados del cuerpo, incluido el disgusto- dominaba el circuito frontal. Cuanto más fuerte era ese dominio, con más rapidez el jugador rechazaba la oferta.

Este descubrimiento podría usarse para cuantificar la contribución de la emoción y la deliberación en la toma de decisiones. Aunque por  el momento los descubrimientos de la neuroeconomía dicen más respecto a individuos o pequeños grupos de personas que respecto a mercados o economías, hay iniciativas para estudiar muchos cerebros en escáneres unidos a través de Internet mientras juegan a uno de estos juegos económicos.

Esta idea ha sido abrigada por Colin Camerer, economista del Instituto Tecnológico de California, autor de la obra Behavioral Game Theory (Teoría de Juegos de la Conducta). La idea no es del todo novedosa si se tiene en cuenta que la toma de decisiones en la bolsa está hecha por millones de cerebros. Eventualmente, sería posible estudiar grupos de cerebros para analizar, por ejemplo, el misterio de la formación y destrucción de una burbuja financiera o las razones por las que un inversor sigue gastando dinero aunque la bolsa esté bajando.






jueves, 10 de febrero de 2011

¿Cómo crear tablas de verdad usando Excel?

Francisco Díaz Montilla
Departamento de Filosofía
Universidad de Panamá



0.  Introducción

El método de las tablas de verdad es un método ampliamente usado en lógica de juntores para probar la validez de fórmula o de razonamientos. A pesar de que el método permite decidir el valor de cada fórmula, puede resultar engorroso cuando se trata de fórmulas complejas.

Curiosamente, Excel constituye una excelente herramienta para analizar los valores de verdad de una fórmula dada. El procedimiento es similar al que usamos para tabular datos de cualquier clase, sólo que en lo que a fórmulas lógicas respecta trabajaremos con los valores “1” y “0” (verdadero y falso respectivamente).

A continuación se procede a explicar el proceso.

1. Conectores

Para efectos de economía notacional, usaremos notación prefija o polaca[1]. En consecuencia, dadas dos proposiciones “p”, “q”:

·         “Np” significa “no p” (negación)
·         “Cpq” significa “p y q” (conjunción)
·         “Dpq” significa “p o q” (disyunción inclusiva)
·         “Kpq” significa “si p, entonces q) (implicación material)
·         “Epq” significa “p es equivalente a q” (equivalencia material).

Una valuación es una función que asocia proposiciones con valores de verdad. Si asumimos un conjunto de proposiciones P y un conjunto V = {1, 0}, quiere decir que una valuación es: v: P => V. Para efectos de simplicidad denotaremos este hecho con la expresión v(p) = 1 o v(p) = 0, según “p” sea verdadera o falsa.

De acuerdo con los manuales de lógica, si v(p) = 1, entonces su negación tomará el valor opuesto, su complemento. Podemos expresar este hecho de la siguiente manera: v(Np) = 1- v(p). Si v(p) = 1, entonces v(Np) = 1- v(p) = 1-1 = 0; y si   v(p) = 0, entonces v(Np) = 1- v(p) = 1-0 = 1. Esto se ilustra en la siguiente tabla

NEGACIÓN
p
Np
1
0
0
1


Una conjunción es verdadera si y sólo si sus elementos constituyentes son verdaderos; en caso contrario, es falsa. Esto quiere decir que basta que un elemento constituyente de una conjunción sea falso, para que la conjunción sea falsa. Este hecho lo representaremos mediante el operador “MIN”, el cual asigna a la conjunción el valor mínimo de las expresiones que aparezcan en ella. Tenemos, entonces,  que v(Cpq) = MIN(v(p), v(q)). Si asumimos que v(p) = 1 y v(q) = 0, entonces, v(Cpq) = MIN(v(p), v(q)) = MIN(1, 0) = 0. Lo anterior se sintetiza en la siguiente tabla:

CONJUNCIÓN
P
Q
 Cpq
1
1
1
1
0
0
0
1
0
0
0
0

Una disyunción  es falsa si y sólo si sus elementos constituyentes son falsos; en caso contrario, es verdadera. Esto quiere decir que basta que un elemento constituyente de una conjunción sea verdadero, para que la disyunción sea verdadera. Este hecho lo representaremos mediante el operador “MAX”, el cual asigna a la disyunción el valor máximo de las expresiones que aparezcan en ella. Tenemos, entonces,  que v(Dpq) = MAX(v(p), v(q)). Si asumimos que v(p) = 1 y v(q) = 0, entonces, v(Dpq) = MAX(v(p), v(q)) = MAX(1, 0) = 1. Lo anterior se sintetiza en la siguiente tabla:

DISYUNCIÓN
P
Q
 Dpq
1
1
1
1
0
1
0
1
1
0
0
0

Una implicación material  es falsa si y sólo si el antecedente es verdadero y el consecuente es falso. En caso contrario, es verdadera.  Este hecho lo representaremos mediante la relación “<=” (menor o igual) del modo siguiente: v(Dpq) = MAX(v(p), v(q)). Si asumimos que v(p) = 1 y v(q) = 0, entonces, v(Kpq) = 1, si y sólo si: v(p) <= v(q). En caso contrario es igual a 0. Si asumimos que v(p) = 1 y v(p) = 0, entonces v(Kpq) = v(p) <= v(q) = 1 <= 0. En vista de que la desigualdad no se satisface, quiere decir que v(Kpq) = 0.  La tabla de verdad siguiente muestra las combinaciones posibles para la implicación material:

IMPLICACIÓN
P
Q
 Kpq
1
1
1
1
0
0
0
1
1
0
0
1

Una     equivalencia material es verdadera  si y sólo los valores de sus constituyentes son iguales; en caso contrario, es falsa. Este hecho lo representaremos mediante la relación “=” (igual a) del modo siguiente: v(Epq) = 1 si y sólo si v(p) = v(q). En caso contrario tomará el valor 0. Si asumimos que v(p) = 0 y v(q) = 0, entonces, v(Epq) = v(p) = v(q) = 0 = 0 = 1. La tabla de verdad siguiente muestra las combinaciones posibles para la equivalencia material:

EQUIVALENCIA
P
Q
 Kpq
1
1
1
1
0
0
0
1
0
0
0
1

2. Generadores

Para cada fórmula F existe un conjunto FG llamado el generador de F. La cardinalidad FG es mayor que 0. De hecho, si F es una proposición simple, su generadora es justamente dicha proposición. La cardinalidad de FG, no puede ser, por lo tanto, menor a 1. Sea F la fórmula “CpKqr”, los generadores de F son, en primer lugar, las proposiciones simples “p”, “q”, “r”; en segundo lugar, la implicación “Kqr” y, finalmente, F. F tiene, pues, cinco generadores. Esto es de suma importancia para la construcción de las tablas de verdad usando Excel, pues es necesario asignar valores a cada generador. Aplicando lo que hemos dicho anteriormente tenemos que: v(CpKqr) = MIN(v(p), v(Kqr)) = MIN(v(p), (v(q) <= v(r))).

3. Excel

Excel es una herramienta que permite, entre otras cosas, elaborar tablas de doble entrada, las columnas, que aparecen identificadas con las letras A, B, C…, y las filas, que aparecen numeradas. La intersección de una columna con una fila constituye una celda. Por ejemplo, la intersección de la columna B con la fila 8 constituyen la celda B8 que hemos resaltado con el color amarillo.

Un conjunto de celdas constituyen un rango.

Pues bien, al construir la tabla de verdad de una fórmula mediante Excel, tenemos que colocar cada generador de la fórmula en celdas distintas, y en el mismo rango (horizontal).

Si partimos del ejemplo anterior, podemos colocar el generador “p” en la celda B8, “q” en la celda C8, “r” en la celda  en la celda D8, “Kqr” en la celda E8 y “CpKqr” en la celda F8, tal como se ilustra a continuación:



Una vez  que hemos escrito los generadores en sus respectivas celdas, procedemos a asignarles los valore de verdad a cada columna, empezando por las proposiciones simples. Como en la fórmula hay tres proposiciones simples, tenemos una tabla de 23 filas:


Para determinar el valor de “Kqr”, nos situamos en la celda E9. Notemos que estamos ante una implicación material. En la celda mencionada escribimos la expresión =SI(C9<=D9, "1", "0"), la cual es interpretada como: Si el valor de la celda C9 es menor o igual al valor de la celda D9, entonces asignar el valor 1, de lo contrario, asignar el valor 0. Una vez escrita la expresión, damos “enter”, y nos aparece en la celda el número “1”.



Luego extendemos el valor asignado hasta la celda E16 y se obtiene la tabla completa para esa columna E:


Para determinar los valores “CpKqr” nos situamos en la celda F9. Notemos que se trata de una conjunción, razón por la cual debemos usar el operador MIN. Dado que ya sabemos cuáles son los valores de los componentes de esta fórmula, lo que tenemos que hacer es aplicar el operador MIN a las columnas B9 y E9. Escribimos, entonces, en E9 la expresión: =MIN(B9, E9), el cual se interpreta como asignar a F9 el valor mínimo de B9 y E9. Al teclear “enter” aparecerá “1”, y al extender la operación hasta la celda F16 se obtiene la tabla completa:



Finalmente, para propósitos de presentación, escribimos en B7 la fórmula original, y la unimos con las celdas C7:F7, y –si gustamos- le asignamos colores a cada generador y su respectiva columna:



Consideremos, ahora, la fórmula ENCpqDpr (la negación de la conjunción de p y q es materialmente equivalente a la disyunción de p o r). En este caso, los generadores de la fórmula son: “p”, “q”, “r”, “Cpq”, “Dpr”, “NCpq” y “ENCpqDpr”, los cuales se ubican en el rango B8:H8. Asignamos los valores a las proposiciones simples, siguiendo el procedimiento del ejemplo anterior. Para determinar el valor de “Cpq” escribimos en la celda E9 la fórmula: =MIN(B9, C9), damos “enter” y la extendemos hasta E16. 


Para “NCpq”, escribimos en F9 la fórmula: =1-E9, pues es “NCpq” es la negación de “Cpq”; damos “enter” y la extendemos hasta F16:


En vista de que “Dpr” es una disyunción usamos el operador MAX y escribimos en G9 la expresión siguiente: =MAX(B9, D9), damos “enter” y extendemos la instrucción hasta G16, lo cual nos da lo siguiente:



Y finalmente, en vista de que “ENCpqDpr” es una equivalencia material, es necesario usar la igualdad. Nos colocamos en la celda H9 y escribimos: =SI(F9 = G9, “1”, “0”); lo cual quiere decir: si el valor de F9 es igual al valor de G9, dar a H9 el valor 1, en caso contrario, el valor 0. Y obtenemos, así, la tabla de verdad de nuestra proposición.


4. A manera de conclusión

Lo anterior constituye una exposición muy sucinta de cómo puede usarse Excel para la construcción de tablas de verdad para lógica proposicional, razón por la cual podemos hacer del curso de lógica algo ameno, entretenido y compatible con lo tecnológico. Básicamente lo que hay que tener presente son las operaciones que hemos definido anteriormente:
Np = 1-p
Cpq = MIN(p, q)
Dpq = MAX(p, q)
Kpq = 1, si p <= q; en caso contrario, es igual a 0
Epq = 1, si p = q; en caso contrario, es igual a 1.

Pero, sobre todo, debemos tener presente que al representarlo en Excel, cada proposición se interpreta como si fuese una celda.





[1] Los símbolos para representar algunos han sido cambiados, por ejemplo, en lugar “K” usamos “C” para la conjunción; en lugar de “A” usamos “D” para la disyunción, y en lugar de “C” usamos “K” para la implicación material.